Empezaré por lo obvio. Cristiano Ronaldo abusa de las acciones individuales, cuando coge el balón indefectiblemente mira al portero antes que a un compañero, es impaciente, se queja con exceso de aspavientos cuando no le pasan estando desmarcado y si el árbitro pita falta no conoce a los que le rodean.
De los penaltis mejor no hablamos. Lo que en el colegio llamábamos un chupón, vaya. A eso hay que añadir un carácter altivo y una arrolladora confianza en sus posibilidades que no se molesta en ocultar. Cristiano no distingue entre la falsa modestia y la humildad. El día que llegó a España le colgaron el cartel de chulo y le va a acompañar de por vida, buenos somos…
Vamos ahora con lo muy obvio. Para marcar 114 goles en 113 partidos se necesitan dos requisitos: ser muy buen futbolista y tirar mucho a puerta. Tirar hasta ser un chupón, si me apuran. Esta temporada Cristiano promedia 6,7 remates por encuentro, apenas uno más que Messi (5,6), pero lo que es alta definición azulgrana se convierte, por arte demagia, en egoísmo madridista. ¿Magia o doble rasero?
Messi es mejor y más decisivo que Cristiano. Lleva tres años demostrándolo. Esa superioridad, unida al individualismo del luso, ha generado frustración en los aficionados blancos hasta desembocar en una peligrosa situación: el Bernabéu está silbando a su gran figura.
No me parece justo que su público le reproche que no le salgan las cosas, como si él no fuera su mayor crítico. ¿Cuántos futbolistas estarían ofuscados con 26 goles en 25 partidos? Cristiano anda atormentado desde el día del Barça porque sabe que falló, pero que en su casa le exijan siempre su mejor versión no parece la mejor manera de ayudarle a que mejore aún más.
Hacer un problema de un jugador que es la mejor solución es una torpeza. Que se ande con ojo el Bernabéu no vaya a ser que Cristiano, orgulloso como es, se harte y se vaya con la música a otra parte. AManchester, por ejemplo. Con la música y con 114 goles en 113 partidos.
Formas y fondo, por Carlos Carpio, publicado na “Marca” em 9 janeiro 2012